Nos sentamos en la mesa, curioseamos con las miradas a nuestro alrededor, aun no nos ha dado tiempo a intercambiar palabra alguna con el resto de la gente y ya tenemos delante el primer plato de una serie de más de más de 40.
Lluis García nos había saludado al sentarnos y nos había preguntado por alergias o ingredientes no apetecibles para alguno; como la carne cruda, pescado crudo, etc.. También quiso saber si optábamos por conocer el menú de antemano, o preferíamos la sorpresa.
En el Bulli no se come a la carta. Te sirven lo que han pensado para tí, como cuando invitas a tus amigos a tu casa y les ofreces una cena. Optamos por la sorpresa. Y esta fue la primera.
"La flauta de mojito y manzana" es un bocadillo. El mojito va dentro. La masa del supuesto pan es esponjosa y desaparece pronto una vez en boca. Su sabor bastante neutro, deja el protagonismo al fluido verde de mojito. Me resulta bastante fuerte, no suelo beber alcohol y viene bastante cargadito, pero al los demás les encanta.
Segunda sorpresa. "Almohada". Este cóctel que parece una nube de algodón que deja entrever que lleva algo dentro. No veo por ninguna parte el cóctel pero es cierto que sólo la estoy contemplando. No se muy bien como comerla. No tengo cubiertos. La sujeto con los dedos y la pruebo. Es algodón de azúcar pero suave, más ligero. Dentro tiene unas bolitas blancas que saben a coco, hielo picado y algo que parece fruta. Es piña liofilizada!
Conclusión. Este es un cóctel de piña colada, pero solidificada! Tiene un ligero sabor a alcohol, más suave que el anterior. Yo no soy muy entendida, pero alguien me dice que es ron, y que está presente en el hielo. Alucinante!
Este cóctel ya tiene pinta de cóctel. A menos viene servido en copa, aunque no me hubiera importado seguir probando cócteles escondidos en otros formatos. Nos lo presentan así: "Almendra-fizz con amarema- LYO".
Lo primero que hago es comerme la cereza que está deshidratada. En eso consite la liofilización a la que recurre frecuentemente Adriá. Está muy buena. Me hubiera tomado más, pero miro a mi alrededor y a nadie le sobra la suya. Una pena!
El cóctel como su nombre indica sabe a almendra. Agradable y buena.
La primera fase ha finalizado, nos ha llevado poco más de diez minutos tomarnos los primeros platos. El servicio va a buen ritmo, se llevan una cosa, respiras un par de veces y ya tienes otra propuesta. Es el secreto y la clave de un menu tan extenso. Medida del tiempo, coodinación y silencio. Algo increible!
Sabemos que ahora vienen los Snacks y ya no podemos borrar de nuestro rostro una sonrisa bobalicona, como la de un niño pequeño en un parque de atracciones.
Nos consuela comprobar que el resto de la sala comparte nuestra mismo gesto y nuestra misma mirada.
Estoy empezando a pensar que esta comida será algo que a mi edad parecía ya difícil:
Un regreso a la infancia.